El cambio climático borra lugares del mundo
Honduras tiene un lugar que ya no existe, la comunidad de La Reina, es el epicentro del lugar donde el cambio climático tiene mayor incidencia; es así como ahora, es el lugar más afectado por el descontrol climático actual y sus habitantes están padeciendo de solastalgia.
Cambio climático borra lugares en Honduras
Honduras se encuentra en uno de los lugares más afectados por los problemas ocasionados por el cambio climático; es así como los moradores de la comunidad de La Reina, en vista de la situación causada por la llegada de los fenómenos naturales que han azotado al país, están sufriendo de un padecimiento que recibe el nombre de solastalgia, que consiste en la aparición de ansiedad, pena y dolor por la perdida del entorno natural.
De tal manera, el hondureño de esa comunidad siente que su lugar de residencia se va perdiendo y deteriorando por la desolación, producto del paso de los huracanes. Es así como el hombre del lugar, inicio hace más de dos décadas, la tala de los bosques de canelos y cedro que protegían por cientos de años el suelo natural; de esa forma extendían sus áreas de cultivo y ampliaban sus fincas con la intención de producir más café y extraer más madera de la montaña.
Deforestación y necesidad
De esta forma, tan inofensiva que parecía, se fue “comiendo” las áreas naturales del bosque, la acción destructora del hombre, consiguió madera para la construcción de casas, mayor extensión de tierra, no moría nadie, solo el ambiente.
En la comunidad La Reina, los vecinos lograron con sus ahorros y parte de lo enviado por los emigrados a Estados Unidos, la construcción de una comunidad en toda la ladera de la montaña que, hasta la llegada delos huracanes parecía próspera; toda la alegría duró hasta que la naturaleza hizo el reclamo de lo que le habían quitado tan cruelmente.
Sin quitarle la vida a nadie, los huracanes dejaron un escenario desolador y ahora los vecinos de la comunidad siguen sin casa y mucho peor, se quedaron sin los ahorros y sin lugar donde sentar una familia.
Pena y tristeza
Tal es el caso de Olga Ondina, habitante del sector, de 52 años, su casa desapareció a la llegada del huracán y siembra flores de pétalos amarillos para fijar el lugar donde pudo criar a sus cinco hijos; por los momentos se mantiene en casa de familiares que la han refugiado y la cuidan de su falta de sueño. No puede olvidar lo sucedido y despierta constantemente y se levanta creyendo estar en su casa y al ver la realidad, llora por su casa, y las flores que siembra le alivian su pena.
De esta manera, la historia es la misma, los moradores de la comunidad La Reina, junto a otros más hondureños, se dieron a la tarea de cortar el bosque y aprovechar por décadas la madera tan especial de canelos y cedros, estos árboles protegían el suelo natural de la montaña.
Azote de los huracanes
Como resultado, al pasar los huracanes, encontraron raíces de árboles talados podridas, incapaces de fijar la tierra al suelo, por lo que fueron arrancadas por completo; una tierra debilitada por las intensas lluvias de los huracanes IOTA y ETA; así que, a su llegada, desapareció al pueblo en pocas horas, colocando bajo el suelo los restos que pudieron quedar; los habitantes esperan con gran tristeza la llegada de próximos huracanes, que seguro terminaran de borrar a la comunidad de La Reina del Mundo.
Como resultado les queda el desaliento y el sentido de culpa por la acción irresponsable; saben que todo será arrastrado al valle. Moradores del lugar comentan que los abuelos predijeron la tragedia, pronosticaron lo que sucedería al ver lo que sus hijos estaban haciendo; en 1988, el huracán Mitch, ya les había dado una primera lección.
Ya de por sí, existe un mito del pueblo indígena Chorti, pueblo originario de la región, que habla de una gran serpiente que tenía un cuerno, cuando quería salir, abre una gran canal que arrastra el agua para destruir todo a su paso y solo el rayo del cielo puede matarla.
Solastalgía: enfermedad que no se ve pero se siente
La doctora Lazo ha tratado a los moradores del lugar, y ha determinado que los pobladores están padeciendo de una sensación física que les oprime el corazón y les nubla la razón; esto hace que pierdan el apego a la vida y a las cosas materiales que los mantenían con alegría y ya no se sienten bien en este mundo.
Es así como lloran, les da insomnio y se deprimen, el problema reside en que la enfermedad se esparce en la población, por condición humilde y campesina, sin la posibilidad de recibir atención psicológica, dijo la doctora Lazo.
Esto se une a la culpa que sienten por la deforestación, se sienten culpables y la doctora los defiende, agregando que lo hicieron por ignorancia y necesidad; la falta de una vivienda, para calentarse, cocinar y vivir, sin tener más opciones.