Mario Molina, el mexicano ganador del Premio Nóbel de Química en 1975

Mario Molina, el mexicano ganador del Premio Nóbel de Química en 1975

El vigilante de la Atmósfera, Mario Molina, un adíos para siempre

El vigilante de la Atmósfera, Mario Molina, un adíos para siempre

Mario Molina, destacado mexicano, merecedor de un Premio Nobel de Química en 1995, por su trabajo investigador referido a CFC, el cual marco un alto al deterioro sustancial que sufría la atmósfera y como se adelgazaba la capa de ozono por la contaminación producida por el hombre en el planeta. El científico murió producto de un infarto, el día de ayer.

Mario Molina, el mexicano ganador del Premio  Nóbel de Química en 1975
Mario Molina, el mexicano ganador del Premio Nóbel de Química en 1975

Adíos para siempre, pero queda su legado

Mario Molina, mexicano, ganador de Premio Nobel de Química en 1995, dejó este mundo terrenal para formar parte del mundo atmosférico que tanto protegió. Su muerte fue confirmada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indicando que el científico, de 77 años de edad había muerto a las 17:05 horas.

El Centro Mario Molina hizo el anuncio se realizó por medio de la cuenta de Twitter, comunicando que su esposa, hijo y hermanos agradecían los mensajes de condolencia y expresiones de pesar en estos momentos de dolor por los que pasan. También, el comunicado resaltó lo especial que fue para México el trabajo de Molina y la dedicación a la investigación y al trabajo en la protección del medio ambiente.

Premio Nóbel de Química

Hace 25 años que recibió el premio Nobel en la especialidad de Química siendo premiados a su vez, los colegas Frank Sherwood y Paul Crutzen; su trabajo referente a la química de la atmósfera y la desaparición o adelgazamiento de la capa de ozono, fue publicado en la publicación Nature, en junio de 1974. En ese momento comentó acerca del orgullo que sentía de haber recibido junto a sus colegas ese gran premio.

Molina descubrió las causas que produjeron los agujeros en la capa de ozono en la Antártida, es uno, de los tres mexicanos que han recibido un Premio Nobel a México y el único en Ciencias. Además de ser premiado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) por su labor en pro de la conservación de la capa de ozono.

Gran carrera profesional

Sus estudios de postgrado los realizó en la Universidad de Friburgo, Alemania y recibió un doctorado en fisicoquimica de la Universidad de California, Berkeley, en Estados Unidos. Su trabajo dedicado al por qué del debilitamiento en el grosor de la capa de ozono como producto de la emisión y producción de gases y vapores industriales, motivaron al mundo a su conservación y al Pronunciamiento del Protocolo de Montreal de la ONU; que se considera el primer tratado o convenio internacional que trató con carácter serio el problema ambiental de manera mundial.

Cedió sus servicios a los presidentes estadounidenses Bill Clinton y Barack Obama para tratar el tema que lo preocupaba sobre el calentamiento global. Recibió una medalla Presidencial de la Libertad de Estados Unidos por parte de Obama. Premiado y reconocido con más de 40 doctorados honoris- causa.

Trabajos y esfuerzos logrados

Su labor y prestigio se fundamenta en el desempeño triunfal de todas sus labores a través de su larga trayectoria. La UNAM lo calificó de universitario excepcional, recibidor de más de 105 premios, condecoraciones y reconocimientos; miembro activo de 70 academias de ciencias, asociaciones de profesionistas, colegios, consejos y comités.

Con más de 200 trabajos especializados y la colaboración en capítulos de por lo menos ocho libros. Sumando conferencias y pláticas de temas de ciencia profundos.

En su honor se funda en la UNAM , el edificio Mario Molina; espacio especial de investigación y a crear soluciones ambientales, uso de energías y sobre el cambio climático. Este lugar es el centro de las políticas públicas sobre el tema ambiental y el uso de las distintas energías. Ya al final de sus presentaciones públicas defendió el uso del cubrebocas como la mejor medida de prevención ante las infecciones y sobre todo del Covid-19, SARS- CoV-2.

Su última batalla: el uso del cubrebocas

Su ultima batalla fue para dedicarse a que entendiera que la ciencia es para el bien de la humanidad, resultando ser un instrumento de salvación y conservación.

Sus últimos estudios determinaron que la transmisión atmosférica era la ruta dominante para el Covid-19; por lo tanto, el usar el tapabocas en ambientes públicos era la regla más racional que tiene el ser humano; ya que el virus no se transporta solo en la saliva sino de manera independiente al ser expulsado; la atmósfera tiene partículas “aerosoles” que sirven de transporte para el Coronavirus; advirtió el científico en una conferencia, apenas el 15 de junio de este mismo año.

El mundo entero debe lamentar el fallecimiento de este ser humano excepcional; México, América y el mundo siente la pérdida de un ser que deja un legado, con un método estricto y el ejemplo de la entrega al encuentro de verdad por medio de la investigación con base en hechos reales.

La UNAM expresa su pesar al considerar que su partida es una pérdida irreparable para las Instituciones, el país y para la investigación universal; finalizando con la expresión “Se queda su memoria y su espíritu”.

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